lunes, 13 de enero de 2014

Un sistema de reconocimiento facial


Un magnate hotelero viajó a una ciudad hindú por segunda vez, un año después de su primer viaje. Al llegar al mostrador de un hotel inferior en estrellas a los de su cadena, el empleado le sonríe y lo saluda diciéndole: “Bienvenido nuevamente señor, qué bueno verlo de vuelta en nuestro hotel”. Sorprendido en gran manera, ya que a pesar de ser una persona tan importante, le gusta el anonimato (y difícilmente el empleado tendría tan buena memoria, como para saber que estuvo allí un año antes), quiso imponer el mismo sistema en su cadena de hoteles, ya que ese simple gesto le hizo sentir muy bien. A su regreso, inmediatamente puso a trabajar en este asunto a sus empleados para encontrar una solución a su petición.

·         Solución A) La solución fue buscar el mejor software con reconocimiento de rostros, base de datos, cámaras especiales, tiempo de respuesta en microsegundos, capacitación a empleados, etc, etc. Con un costo aproximado de 2,5 millones de dólares.

·         Solución B) El magnate prefirió viajar nuevamente y sobornar al empleado de aquel hotel, para que revelara la tecnología que aplican. El empleado no aceptó soborno alguno, sino que humildemente comentó al magnate cómo lo hacían; él dijo: “Mire señor, tenemos un arreglo con los taxistas que lo trajeron hasta acá, ellos le preguntan si ya se ha hospedado en el hotel al cual lo está trayendo y si es afirmativo, entonces cuando él deja su equipaje aquí en el mostrador, nos hace una señal y así se gana un dólar”.

Moraleja: ¡No compliques tu trabajo! Concibe la solución más simple al PROBLEMA. Aprende a centrarte en las SOLUCIONES y no, en los PROBLEMAS

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